«Anatomía de un escándalo», la serie del momento

La serie británica escaló rápidamente tras su estreno, el 15 de abril, al primer puesto en el ranking mundial, pasando a ser la más vista de estas últimas semanas.

 Por Sofía Colombo

«Anatomía de un escándalo«, la historia basada en el bestseller de la periodista Sarah Vaughan publicado en 2018, fue llevada a la pantalla por Melissa James Gibson y David E. Kelley, bajo la dirección de S. J. Clarckson y protagonizada por Sienna Miller, Rupert Friend y Michelle Dockery.

En tan apenas unos pocos días de haberse sumado al catálogo de Netflix, disponible en la plataforma desde mediados de abril, se posicionó en el primer puesto de lo más visto, superando los 75 millones de horas reproducidas.

Lejos de ser una mega producción, lo que la convierte en un innegable éxito es la historia que cuenta, una temática que en la vida fuera de la ficción genera grandes polémicas y debates: los escándalos surgidos de la vida privada de los políticos.  

Una historia apasionante

James Whitehouse (Rupert Friend), un ministro del partido conservador del gobierno británico, se ve envuelto en un escándalo cuando un diario hace pública el romance extramatrimonial que tuvo con Olivia (Naomi Scott), una pasante de su equipo. Sophie, (Sienna Miller) su esposa, lo acompaña en todo momento, en un intento por salvar la familia que formaron. La situación se agrava cuando Olivia lo lleva a juicio tras una denuncia por violación. Enseguida, la vida privilegiada y acomodada de Sophie y su familia, comienza a desvanecerse.

Por otro lado, la trama presenta al personaje de Kate (Michelle Dockery), una exitosa abogada, que lleva la defensa de la víctima. A lo largo de la historia, se puede ver que detrás de su afán por culpabilizar al ministro Whitehouse, se esconde un motivo personal.

Gran éxito

La crítica no apoyó para nada a la producción. Así y todo, la cantidad de visualizaciones que obtuvo en tan poco tiempo, la convierten en uno de los éxitos actuales y hay suficientes motivos que lo explican.

El recorrido por la anatomía del escándalo, está, en parte, bastante logrado. Sin dudas esta producción no quiere destacarse por el costado artístico.

De hecho, podría decirse que tranquilamente que es una serie más. La realización es correcta y ya. No cuenta con ningún recurso que aporte originalidad ni nada extraordinario.

Sin embargo, al momento de presentar la trama y recorrer su anatomía, toca varios temas interesantes de manera meticulosa y detallista, logrando captar la atención del espectador. El efecto de intriga y suspenso va aumentando a lo largo de los seis episodios. Si la historia atrapa y se deja ver hasta el último segundo, hay que reconocerlo.

Atractivos variados

Su atractivo no se debe únicamente por tratar sobre un personaje importante de la política británica, sino también porque involucra al espectador en esta delgada línea que hay entre consentimiento y violación.

Quien está viendo la serie, pasa a ser un integrante más del juicio, tironeado por los relatos de las partes involucradas.

Aunque la producción se mantiene en una postura neutral y cautelosa a lo largo de la historia, logra tratar el tema con la seriedad que merece. Sin embargo, por momentos, se vuelve un tanto naif e inverosímil, cuando añade elementos dignos de un culebrón, algo que se puede encontrar repetitivamente en las ficciones británicas.

Sin dudas, lo más destacable, es el tratamiento que hace sobre la problemática. Pero, sobre todo, sobre la psiquis de estos personajes, que creen tener el poder para llevarse el mundo por delante, actuando sin registro de estar cometiendo un acto delictivo, atentando contra la integridad y derechos de otra persona.

Mediante el recurso de flashbacks, se logra conocer el pasado universitario del ministro Whitehouse, donde forma parte de una fraternidad de la que sólo participan hombres de un estatus social elevado, manejándose con impunidad hacia quienes no pertenecen a su grupo, actitud que replican en el presente, de manera más solapada, refinada… cínica. Lo que lo hace peor aún, es que en la actualidad forman parte de la clase política de un país. Denuncia en la ficción, que tranquilamente, puede trasladarse a la realidad.

Por este motivo, la serie se convierte en una suerte de denuncia a los privilegios de las clases acomodadas.

¿Habrá más escándalo?

Hacia el final, la serie deja definitivamente un final abierto y una evolución notable sobre el personaje de Sophie, que da a pensar que cabe esperar una segunda parte. Aunque todavía los productores no confirmaron nada al respecto, se rumorea que hay planes de producir futuras temporadas en formato de antología, presentando nuevos escándalos.

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