“Creo que las segundas películas siempre son difíciles, para cualquier director”. Carla Simón y la segunda parte de Alcàrras.

“Me costó encontrar el silencio necesario para poder sentarme a escribir, porque con mi primera película se dieron muchos meses de viajes a festivales y encuentros de promoción. Cuando finalmente lo conseguí, el gran reto fue enfrentarme a un relato coral, con tantos puntos de vista; todo lo contrario a mi película anterior, cuya mirada era únicamente la de la niña protagonista”. 

La mirada es de Carla Simón. El objeto es su reciente largometraje, Alcàrras, a través del cual se adjudicó el Oso de Oro en el mismo festival alemán, hace aproximadamente un año en el festival de Berlín, más conocida como la Berlinale. 

La directora española reveló: “El guión llevó mucho trabajo, pero ayudó el hecho de poder pasar un tiempo en la casa de mis tíos, rodeada de melocotones. Fue una inspiración poder estar allí, mirarlos cosechar, hablar con ellos. Poco a poco la historia comenzó a tomar forma”. 

El film llegó a los cines de nuestro país desde, poco antes de su estreno en la plataforma MUBI.

La guionista indicó que “después de Verano 1993 sentí mucha presión. Creo que las segundas películas siempre son difíciles, para cualquier director. Me costó encontrar el silencio necesario para poder sentarme a escribir, porque con mi primera película se dieron muchos meses de viajes a festivales y encuentros de promoción. Cuando finalmente lo conseguí, el gran reto fue enfrentarme a un relato coral, con tantos puntos de vista; todo lo contrario a mi película anterior, cuya mirada era únicamente la de la niña protagonista”. 

Además, Simón agregó: “El guión llevó mucho trabajo, pero ayudó el hecho de poder pasar un tiempo en la casa de mis tíos, rodeada de melocotones. Fue una inspiración poder estar allí, mirarlos cosechar, hablar con ellos. Poco a poco la historia comenzó a tomar forma”.

A propósito de la trama de Alcàrras, señaló: “La conexión directa con la historia tiene que ver con mis tíos, que cultivan melocotones en Alcarràs, un pueblo de Lérida. Ellos siguen con esas faenas, pero cuando murió mi abuelo me vino a la cabeza una pregunta: ¿qué pasaría si este lugar que todos compartimos como familia algún día desapareciese? Es algo que está pasando mucho en esa zona”.

En línea con los atributos del film, destaca un eje clave: “La gente se ve obligada a dejar las tierras porque esa manera de vivir, la dedicación a la agricultura familiar, es cada vez más difícil. De inmediato tuve en claro que la película debía estar protagonizada por gente de la zona, que tuviese un vínculo con la tierra y que hablara el dialecto catalán de la región”. 

“Fue un enorme desafío armar el casting. Lo que hicimos fue ir a los pueblos de la zona y recorrer las escuelas y cooperativas agrarias, visitar las fiestas mayores. La verdad es que todo el mundo venía contento al casting, a ver qué pasaba, a pesar de que en el caso de los hombres nos costó un poco más. El proceso fue muy extenso, duró un año, y vimos cerca de 9.000 personas. La idea no era simplemente que los actores tuvieran el aspecto adecuado para los personajes, sino que además tuviera sentido ponerlos a actuar juntos, que hubiera cierta química”, finaliza.

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