Descubre que en el espacio interestelar se encuentra una molécula orgánica con olor a almendras

Se llama benzonitrilo y es la fuente de una luz infrarroja que permea la Vía Láctea y otras galaxias.

Un equipo de científicos del Observatorio Nacional de Radio-Astronomía de Charlottesville (Virginia, Estados Unidos) ha encontrado benzonitrilo en el espacio interestelar, es decir, más allá de la región afectada por el viento solar y su campo magnético. El instrumento que les ha permitido hacerlo es el radiotelescopio de Green Bank, ubicado en Virginia Occidental. 

El benzonitrilo es una molécula orgánica que huele a almendras y funciona como enlace químico entre moléculas simples basadas en el carbono y otras mucho mayores, conocidas como hidrocarburos aromáticos policíclicos y que contienen hasta el 10 % de todo el carbono del universo.

El hallazgo ha puesto fin a un enigma que llevaba treinta años intrigando a los astrónomos: descubrir la fuente de una débil luz infrarroja detectable en la Vía Láctea y otras galaxias. Se especulaba con que su origen pudiera ser el remanente de una supernova, una región de estrellas en formación o gigantescas nubes interestelares, pero ha resultado ser el benzonitrilo, que emitía señales desde la Nube Molecular Tauro 1, situada a 430 años luz de la Tierra. 

El benzonitrilo es una de las moléculas más simples de las llamadas aromáticas. Estos compuestos resultan muy comunes en nuestro planeta (los hay por todas partes: fármacos, alimentos…), pero es la primera vez que se detecta uno en el espacio con un radiotelescopio.

¿Por qué es importante este descubrimiento?

Porque prueba la capacidad de los radiotelescopios para detectar señales de radio tan débiles como las emitidas por las moléculas –orgánicas o no– presentes en el espacio interestelar, y por tanto para contribuir a la comprensión del cosmos. 

Además, el hallazgo de moléculas orgánicas basadas en el carbono y esenciales para la vida confirma que las condiciones que hicieron posible el surgimiento de organismos en la Tierra pueden darse en otros lugares del universo.     

Se sabe que las nubes interestelares son propicias a la formación de moléculas orgánicas complejas que contienen enlaces de nitrógeno y carbono, componentes básicos de los aminoácidos que crean las proteínas y hacen posible la vida tal y como lo conocemos.

Hace unos años, un estudio publicado en Nature sugirió que los cometas y otros objetos helados pueden transportar las moléculas orgánicas a entornos favorables a la vida, un fenómeno que podría explicar el origen del agua y los organismos en nuestro planeta.

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