Dos sitios imperdibles de Rio de Janeiro (y desconocidos para el turismo extranjero)

Praia Vermelha y Parque Lage son los secretos mejor escondidos en tierra carioca.

Por Guillermo Tagliaferri

Rio de Janeiro es uno de los destinos turísticos más visitados del mundo. Y son varias las postales típicas de la ciudad de Brasil -capital del país entre 1891 y 1960, cuando la sede gubernamental se trasladó a Brasilia-: el Cerro Corcovado con su impactante Cristo; el Pan de Azúcar; las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon; el Palacio Imperial; las Escalaras de Selarón y la Catedral Metropolitana

Pero existen otros lugares, frecuentados por habitantes locales y poco conocidos por los turistas extranjeros. El Canillita Diario recorrió, y recomienda, la Playa Vermelha y el Parque Lage, dos sitios imperdibles de la Cidade Maravilhosa, que se suman a la oferta habitual y más difundida. 

El Pan de Azúcar le otorga más brillo a la Playa Vermelha. Foto: @guilletaglia.


Una playa de aguas transparentes y bellas vistas

Custodiada por dos montañas, el famoso Pan de Azúcar a la izquierda y el Morro Babilonia a la derecha, la Praia Vermelha (playa roja, traducido al español) tiene un encanto especial, aportado por esos paisajes rocosos y plenos de vegetación ofrecidos al levantar la vista hacia los costados. Y si se mira al frente, el panorama ratifica su impacto: mar mezcla de verde y turquesa y agua clara y transparente. 

Praia Vermelha. Foto: @guilletaglia.

No es una playa extensa, mide aproximadamente 200 metros, y se destaca por la calma de sus aguas. Es prácticamente una «piscina». Las olas apenas golpean, llegan con una parsimonia que evita revolcones y caídas. 

Situada en el barrio de Urca, uno de los más tranquilos y exclusivos de Rio de Janeiro, además de las elevaciones rocosas, la Praia Vermelha cuenta con otros límites: la Escuela de Guerra Naval, de un lado, y el Círculo Militar, al otro. Una custodia que le brinda una seguridad aún mayor a la segura playa.

Aguas cristalinas y calmas, en la Playa Vermelha. Foto: @guilletaglia.

Mientras se disfruta del agua, poco cálida de temperatura, se cruzan peces nadando entre los bañistas y a muy corta distancia, tortugas marinas. Completando esta interacción entre humanos y fauna, bandadas de cormoranes, con sus alas largas extendidas y sus incursiones en picada al mar en búsqueda de alimentos, llaman la atención.

Parque Lage, un bosque en plena ciudad

Un amplio espacio, de 52 hectáreas, recostado a los pies del Cerro Corcovado, el Parque Lage ratifica esa intensa comunión entre naturaleza y cemento que representa a Rio de Janeiro. La construcción no atenta contra la vegetación, sino que demuestra que pueden convivir armoniosamente. 

Antigua plantación de caña de azúcar, a mediados del siglo 19 se convirtió en una enorme, exclusiva y distinguida residencia de una familia de clase muy alta. John Tyndale, paisajista británico, aportó su toque y planteó una variada vegetación. Y con el paso del tiempo, y las condiciones climáticas de Rio de Janeiro, el sitio se convirtió a cada paso del recorrido.

Lagos y vegetación, una constante en el Parque Lage. Foto: @guilletaglia.


Árboles de todo tamaño y variedad, con las palmeras como estandarte, llaman la atención los lagos con peces coloridos y patos, las cascadas, un acuario y hasta una cueva con estalagmitas y estalactitas. 

La vieja casona, que mantiene el señorío de su etapa de construcción y que conserva una piscina en su patio interno, funciona como museo, restaurante y sede de la Escuela de Artes Visuales, en una exuberante selva en medio de la ciudad.

Recorrer los caminos internos del Parque Lage permite apreciar la variada vegetación e invita al relax. Foto: @guilletaglia.


Antonio Martins Lage, junto a su familia, incentivó la grandeza del sitio que fue su residencia durante muchos años, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Su hijo, Enrique Lage, casado con Gabriella Besanzoni, cantante de ópera italiana, le otorgó un nuevo impulso al paisaje. Y también al arte: conciertos líricos, con la participación de los más destacados intérpretes de la época, y la germinación de instituciones para fomentar el arte y la cultura musical fueron constantes en esos salones.  

Estalagmitas y estalactitas en una caverna situado dentro del Parque Lage.
Foto: @guilletaglia.

Problemas económicos empezaron a complicar a la familia Lage y la señorial propiedad pasó a manos de los acreedores y los bancos. Hasta que, en 1957, fue declarado patrimonio histórico y cultural de Río de Janeiro, expropiado por el gobierno local y convertido en parque público. El ingreso, desde entonces, es gratuito. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *