El estrés puede aumentar las probabilidades de sufrir alzhéimer

Las consecuencias del estrés pueden ser de lo más variadas. Sabemos que crea malos hábitos e incrementa el riesgo de cardiopatías. Ahora, se suma la enfermedad de Alzheimer.

Muchos factores pueden aumentar el riesgo de alzhéimer, incluidos la edad, los antecedentes familiares y la composición genética. Ahora, una nueva investigación sugiere que el estrés, un marcador de trastornos psicológicos, también se suma a la lista de desencadenantes.

Los factores psicológicos afectan al riesgo de alzhéimer

Según el nuevo trabajo, publicado en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, los factores psicológicos y, el malestar psicológico, en particular, pueden aumentar la probabilidad de desarrollar demencia.

Los investigadores, dirigidos por Sabrina Islamoska, del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), se propusieron investigar la posibilidad de un vínculo entre el agotamiento vital y la enfermedad de Alzheimer.

El agotamiento vital describe «un estado mental de angustia psicológica» que se manifiesta como irritabilidad,  fatiga y un sentimiento de desmoralización.

Como explican los investigadores, este agotamiento o estrés puede ser una reacción a los «problemas que no se pueden resolver» en la vida, especialmente cuando una persona ha estado expuesta a factores estresantes durante un período prolongado. Por lo tanto, el estrés puede verse como un signo de sufrimiento psicológico.

Estudios anteriores han observado que el estrés puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, muerte prematura y obesidad, entre otras afecciones.

Un 25% más de riesgo

Los expertos analizaron los datos de una encuesta de casi 7.000 personas que participaron en el Estudio del corazón de la ciudad de Copenhague entre 1991 y 1994. Los participantes tenían 60 años, en promedio, en ese momento. Como parte de la encuesta, también se les hicieron preguntas sobre el estrés.

Los investigadores siguieron clínicamente a los participantes hasta el final de 2016. También examinaron los registros hospitalarios de los participantes y los registros de prescripción y mortalidad en busca de diagnósticos de demencia.

El estudio reveló un vínculo dosis-respuesta entre el estrés en la mediana edad y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer más adelante. «Por cada síntoma adicional de agotamiento vital, encontramos que el riesgo de demencia aumentó en un 2%», explica Sabrina Islamoska, líder del trabajo.

«Los participantes que informaron de cinco a nueve síntomas tenían un riesgo de demencia un 25% más alto que aquellos sin síntomas, mientras que los que informaron de 10 a 17 síntomas tenían un riesgo de demencia un 40% mayor, en comparación con los que no tenían síntomas», continúa Islamoska

Los autores explican que es poco probable que los resultados se deban a una causa inversa, es decir, hay pocas probabilidades que la demencia cause estrés, y no al revés.

«Nos preocupaba especialmente si los síntomas de estrés serían un signo temprano de demencia», explica Islamoska. «Sin embargo, encontramos una asociación de la misma magnitud, incluso al separar la notificación del agotamiento vital y los diagnósticos de demencia hasta en 20 años».

Con respecto a los posibles mecanismos que pueden sustentar los hallazgos, los expertos apuntan a los niveles excesivos de la hormona del estrés cortisol y los cambios cardiovasculares como posibles culpables.

«El estrés puede tener consecuencias graves y perjudiciales, no solo para la salud de nuestro cerebro, sino también para nuestra salud en general«, dice la autora.

«Nuestro estudio indica que podemos ir más lejos en la prevención de la demencia al abordar los factores de riesgo psicológicos para la demencia», concluye Islamoska.

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