El rostro de nuestros antepasados se fué modificando a causa de la violencia

El rostro de nuestros ancestros, especialmente el de los australopitecos, unos homínidos que vivieron hace entre 4 y 2 millones de años y que darían origen al género Homo que engloba a nuestra especie, podría haber evolucionado para minimizar la gravedad de las heridas que sufrían en la cara los machos cuando se enfrentaban entre sí.

Así lo sostiene un equipo de científicos de la Universidad de Utah, en EE. UU., en un artículo publicado en la revista Biological Reviews. La hipótesis predominante hasta ahora establece que la robusta tez de nuestros antepasados surgió como una respuesta a la necesidad de masticar nueces y otros alimentos muy duros.

Por el contrario, este nuevo trabajo destaca que se trataría de una adaptación que apareció más o menos al mismo tiempo que otros rasgos en el sistema musculoesquelético de los australopitecos, especialmente en las proporciones de la mano, que les permitirían darle forma de puño y utilizarla para golpear a sus rivales, como si fuera una maza.

“Cuando los humanos modernos pelean cuerpo a cuerpo, el rostro suele ser su primer objetivo”, señala el biólogo David Carrier, que ha coordinado la investigación. “Hemos descubierto que los huesos que más se fracturan durante estos enfrentamientos son los mismos que han ido robusteciéndose durante la evolución de los homínidos.

Son, además, las regiones del cráneo que muestran mayores diferencias entre machos y hembras, tanto en los australopitecos como en los humanos; esto es, la cara de los varones es distinta de la de las mujeres porque las zonas más susceptibles de sufrir heridas en una pelea son más grandes en ellos”. El estudio impulsado por estos expertos sugiere que la violencia jugó un papel fundamental en la evolución humana, una idea que defienden no pocos antropólogos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *