Entre la mirada nostálgica y el dejo de decadencia de Enrique Lew: “Aquí siempre la comida fue barata y abundante, al acceso de todo el mundo. Hasta el año 70 la Argentina tenía un 5% de pobres”.

El empresario del rubro textil que arribó a Argentina en 1936 y junto con su familia, más tarde, se involucraron en el mundo de las camisas y corbatas evoca con cierta melancolía los venturosos años donde el país pujaba la vara hacia arriba.

“Acá el pobre comía bien, en Europa se moría de hambre” y añade un componente que aún perdura en el aspecto social: “El antisemitismo se manifiesta en un montón de cosas. Eso va a pasar un tiempo y va a cesar, pero todavía sigue estando”.

Para contextualizar la época, Argentina, durante el período entreguerras, era un faro para franceses, alemanes, italianos y españoles, a partir de salarios seductores.  

“Era otro mundo la Argentina. Siendo pobres, nosotros comíamos mejor que la clase media europea. Por ejemplo en la carnicería te regalaban el bofe, el corazón. ¿Te imaginas que una familia pobre se hacía un guiso de bofe? Era una exquisitez. Hoy ni debe estar a la venta porque lo deben usar para las salchichas”, explica Lew.

Asimismo, recuerda: “Y en la verdulería, comprabas una lechuga y te regalaban verduritas para hacer una sopa. ¿Si la verdura era barata? Aquí siempre la comida fue barata y abundante, al acceso de todo el mundo. Hasta el año 70 la Argentina tenía un 5% de pobres”.

En 2018, Lew dió a luz un libro denominado Pleno Empleo, la riqueza de las naciones y desarrollo económico (Editorial Dunken), un tópico al que le dedica mucho estudio. 

“Había llegado a una conclusión: donde se ataca el empleo y a los empleadores hay pocos emprendimientos. En cambio en los países donde se protege a los empleados, sin atacar a los emprendedores o empleadores hay crecimiento, prosperidad, menos pobres, la gente gana mucho más y vive mucho mejor”.

Tras el suceso de las corbatas, la empresa Sudamtex le otorgó la licencia para producir las primeras camisas que no precisaban de plancha en el país. Allí nació Perfecta Lew. Para tener una noción de la magnitud de la marca, fue promocionada por Susana Giménez.

“Todavía tengo un disco acá donde él me puso gracias por creer en el profesional firmado por Martínez”, evoca, mientras señala al locutor Hugo Guerrero Marthineitz, quien le daba su voz a la marca de la compañía.

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