La democracia hace bien a la salud

Según un estudio, la esperanza de vida creció más rápido en los países que cambiaron a un gobierno democrático desde 1970.

La democracia es buena para el corazón, la salud y la longevidad, según ha concluido un importante estudio que ha englobado a 170 países, en un impulso a una forma de gobierno que se ha enfrentado a importantes contratiempos en todo el mundo en los últimos años.

Los investigadores descubrieron que la esperanza de vida mejoró más rápidamente en los países que cambiaron a la democracia en los últimos 50 años, y hubo menos muertes por enfermedades cardiovasculares, enfermedades como el cáncer y la cirrosis e incluso menor número de accidentes de tráfico.

El estudio, publicado en la revista The Lancet, expuso que no se trataba solo de que las democracias tendían a ser más ricas: el «efecto democracia» era mucho más fuerte que cualquier efecto del PIB (Producto Interior Bruto).

«Las elecciones libres y justas parecen importantes para mejorar la salud de los adultos; lo más probable es que aumente la responsabilidad y la capacidad de respuesta del gobierno», comentan los autores del trabajo. «Las democracias son más propensas que las autocracias a lograr beneficios para la salud».

El informe llega en un momento en que la democracia está siendo desafiada, probablemente como nunca antes. La mayoría de la población mundial vive en democracias, pero más de dos mil millones de personas viven en países en los que la democracia ha retrocedido en los últimos años, como India, Turquía, Brasil y el propio Estados Unidos.

El aumento del populismo atestigua la desilusión en gran parte del mundo democrático, y el éxito relativo de las autocracias de China a Ruanda, y Vietnam a Singapur, ha planteado dudas sobre si la libertad política es el mejor sistema de gobierno para todos.

El estudio concluye que, en lo que respecta a la salud, sí que lo es.

Los investigadores utilizaron las medidas existentes de la experiencia democrática compilada en la base de datos V-Dem y las representaron en función de una serie de métricas, como el gasto público en salud y los resultados de enfermedades. Luego, compararon las tendencias en los países que habían pasado de la autocracia a la democracia desde 1970 con 55 estados que no lo habían hecho. Entre otras cosas, se tuvo en cuenta el impacto del VIH, ya que la enorme cantidad de ayuda extranjera dedicada al virus habría alterado los hallazgos.

Las conclusiones fueron aplastantes

La esperanza de vida a los 15 años era un 3% más alta en los países, 10 años después de su transición a la democracia, en comparación con los países que no habían cambiado el tipo de gobierno. Las enfermedades cardiovasculares, la tuberculosis, las lesiones causadas por el transporte y las enfermedades no transmisibles también cayeron a medida que la democracia se asentaba.

Si China hubiera experimentado la misma transición democrática que un país como Polonia logró durante ese período, habría salvado 10 millones de vidas de personas que murieron de esa enfermedad.

Los investigadores creen que las sociedades libres logran mejores resultados no por la prosperidad sino por la presión pública. «Los países donde el gobierno no está sujeto a una democracia libre y justa no tienen la misma presión de los votantes para ofrecer mejores servicios de salud», aclaran.

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