¿La homosexualidad se encuentra en nuestra genética?

No son pocos los estudios científicos que sugieren que las preferencias sexuales de una persona tienen un origen biológico y no tanto psicológico, como sostienen los psicoanalistas. Estas conclusiones ponen en entredicho la influencia de las vivencias de la  infancia ante la posible existencia de un componente genético, al tiempo que acalla las voces más detractoras de la libertad sexual.

A día de hoy no se tiene plena constancia de los factores que definen la orientación sexual de una persona, si bien es cierto que la comunidad científica se inclina hacia una explicación biológica frente a la puramente psíquica. Algunas hipótesis sostienen que la homosexualidad se gesta durante la etapa intrauterina, es decir, antes del nacimiento del bebé, y que está ligada a los cambios hormonales en el cuerpo de la madre, ya que los niveles de testosterona influyen en el desarrollo de ciertas áreas cerebrales implicadas parcialmente en la atracción sexual.

Otras apuntan hacia una respuesta inmune del cuerpo de la madre hacia un feto de género masculino, que al experimentarse de forma reiterada tras varios embarazos de varones, aumenta las posibilidades de tener un benjamín homosexual. La gran mayoría parece coincidir en los condicionantes prenatales de la identidad sexual.

En este sentido, parecía descartada la existencia de un gen específico asociado a la homosexualidad, aunque parece que las regulaciones epigenéticas sí juegan un papel importante. La epigenética es, digamos, una parte ‘superficial’ de la genética que se ve afectada por los condicionantes ambientales, y que finalmente puede llegar a modificar el ADN.

Por ejemplo, en un estudio publicado en 2014 a cargo de la Universidad de Chicago analizó el ADN de más de 400 parejas de hermanos, ambos homosexuales, y encontró dos secuencias del mismo ligadas a la homosexualidad, en las que, posiblemente, estarían involucradas multitud de genes. No obstante, los autores del trabajo hablan de «predisposición genética» y no de «determinismo», ya que la expresión de los genotipos está sujeta a los factores ambientales, con lo que las experiencias personales también perfilarían en cierta medida las inclinaciones sexuales del individuo.

Aunque no resulte posible por el momento afirmar taxativamente el origen genético de la homosexualidad, los científicos continuarán especulando en la línea de la raíz biológica, rechazando de pleno que se trate de una mera elección inconsciente y por tanto, que se pueda revertir.

Pese a que esta conclusión sea polémica, no significaría más que la orientación sexual es algo tan natural como ser moreno, alto o pelirrojo: una mera característica que no se escoge.

Otra rama, por su parte, sostiene que la orientación sexual es un amplio abanico, y que no ha de definirse por las orientaciones clásicas o ‘binarias’, sino que se movería dentro de un espectro variado.

Resida donde resida su origen, existen muchos tipos de orientación sexual con los que las personas pueden sentirse identificados, y lo mismo ocurre con la identidad de género, términos que suelen confundirse a menudo, y que no son sinónimos.

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