La reciente obra de Johann Hari: “Hay doce factores que están destruyendo nuestra concentración, pero podemos solucionarlo”.

El escritor británico ahondó en su último trabajo, “El valor de la atención. Por qué nos la robaron cómo recuperarla” (Edición Península de Grupo Planeta). En este ensayo de 450 páginas, esbozó las razones de cómo algunas redes sociales lucen nocivas en estos tiempos y alimentan nuestro grado de distracción.

Hari cita un episodio que bien grafica la problemática que aborda: “Cuando mi ahijado (lo llamaré Adam para reservar su identidad) tenía quince años abandonó los estudios y se pasaba literalmente casi todas las horas que estaba despierto en casa ausente, pasando de pantalla en pantalla: su teléfono, un rollo infinito de mensajes de Whatsapp y Facebook, y su iPad, en el que veía un borrón de Youtube y porno”. 

Además, el divulgador añadió: “Le costaba mantener un tema de conversación durante más de unos minutos sin volver bruscamente a la pantalla o cambiar de tema. No podía soportar que le ocurriera esto, y no podía soportar sentir cómo se rompía mi propia capacidad de prestar atención. Decidí hacer algo drástico. Cuando era pequeño, estaba obsesionado con Elvis. Le dije: vamos a Graceland (la mansión en Memphis, donde Elvis Presley vivió desde los 22 años hasta 1977), pero hay una condición: vas a usar tu teléfono sólo una vez, al final del día. Aceptó”.

Hari explicó que “en Graceland no hay ningún ser humano cuyo trabajo sea indicar el lugar. Te dan un iPad, te ponés unos auriculares y el iPad te dice lo que hay que hacer: girar a la izquierda, girar a la derecha, avanzar. Así que recorrimos Graceland solos, mirando el iPad. Estábamos rodeados de canadienses y coreanos mirando hacia abajo, sin ver nada a su alrededor. Nadie miraba durante mucho tiempo nada más que sus pantallas”.

Luego detalló: “Los observé mientras caminábamos, cada vez más tenso. Cuando llegamos a Jungle Room, el lugar favorito de Elvis en la mansión, observé a un hombre y su mujer que deslizaban sus dedos por la pantalla para ver las macetas de plantas artificiales y les dije: “Pero hay una forma anticuada de deslizar que pueden hacer, se llama girar la cabeza. Estamos en la Habitación de la Selva. No tienen que verlo en la pantalla. Pueden verlo sin intermediarios”.

En cuanto a Adam remarcó: “En cada etapa del viaje había roto su promesa. Le saqué el teléfono. “¡No podemos vivir así! ¡Te estás perdiendo la vida!”, le dije. Adam me arrebató su teléfono y me dijo que estaba actuando como un bicho raro y se fue al hotel. Más tarde me di cuenta que mi ira hacia él era realmente ira hacia mí mismo. Me estaba fracturando como ellos se estaban fracturando. Estaba perdiendo mi capacidad de estar presente también. Y lo odié. Me puse a averiguar por qué sucede esto y qué podemos hacer al respecto”.

Tras esa experiencia, Hari impulsó su trabajo: “Hay doce fuerzas que la ciencia muestra que están destruyendo nuestra capacidad para concentrarnos y pensar profundamente. Varían muy ampliamente, desde la forma en que trabajan nuestras oficinas, los alimentos que comemos y la forma en que funcionan las escuelas de nuestros hijos”.

El valor de la atención observa esos 12 aspectos que corren el eje de la atención: El incremento de la alternancia y la velocidad. La mutilación del estado de concentración. El crecimiento de la fatiga física y mental. La merma abrupta de la lectura sostenida. La mutación del divague. El posicionamiento de una app que puede manipularnos. El optimismo desmedido. El alto índice de estrés. La distorsionada alimentación. La suba imparable de la contaminación. El aumento de diagnósticos de TDAH en niños. El encierro psicológico y físico de los menores. 

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