Para Estanislao Bachrach «la gente confunde placer con felicidad».

Uno de los divulgadores de mayor prestigio en el país, Estanislao Bachrach, ahondó sobre conceptos en los cuales trabaja y vuelca en libros. Trabajos como Agilmente, En cambio y En el limbo reflejan un contenido de mucha aceptación entre lectores de ese nicho.

No es casual el paisaje de ánimos crispados y un desánimo general en la sociedad que el doctor en biología molecular analiza: «Cuando estás en un nivel de incertidumbre y estrés como el que, en general, se vive en Argentina –para algunos, no para todos– a medida que vas tomando pequeñas decisiones en la semana y esas decisiones que tomás con respecto a tu trabajo, a tu familia, a tus cosas cotidianas, tienen sentido para vos, eso hace que el estrés sea mucho menor».

Bachrach habla de la necesidad de «salir del piloto automático, de la queja constante, de culpar al otro, de repetir frases como “en este país no se puede, así es imposible”. Atención que es un modo que también sucede en Finlandia, en Manhattan o en Corea del Sur. Es un modo que tiende a ponernos ansiosos, a angustiarnos, a hacernos sentir mal. Cuando uno no puede controlar o gestionar lo que pasa afuera, por lo menos puede gestionar lo que pasa dentro de uno. Es la invitación que hago en mis libros».

En función del proceso de trabajo dice: «Me tomo uno o dos años de investigación y después es como que vomito todo lo que me dio ganas de escribir”.

Pero un punto crucial que pone en la mesa es algo que se asocia casi por decantación: «Cuando nos quejamos, fabricamos dopamina y generamos un momento de mucho placer para el cerebro, que no es lo mismo que ser feliz, es justamente lo opuesto».

«La queja te quita responsabilidad de tu propia vida. El cerebro está cumpliendo su misión número uno que es estar vivo. El cerebro es pura supervivencia», sostiene Bachrach. 

Y añade: «La felicidad o los estados de armonía o de bienestar no tienen nada que ver con el placer. Porque la felicidad tiene que ver con la serotonina. La gente confunde placer con felicidad. Esto sucede en cualquier país del mundo, y le pasa a cualquier humano, multimillonario, de clase media o baja».

Luego, apunta a un elemento que se busca pero que obra como un parche: «El placer es corto plazo, es adictivo, son sustancias, dulce de leche o paracaidismo. Y cuanta más dopamina fabricás, es decir, cuanto más te quejas o cuanto más placer buscás, la dopamina inhibe la serotonina, entonces, a mayor búsqueda de espacios de placer, menos feliz sos en la vida. Está químicamente demostrado».

Por último, señala: «A la felicidad hay que sostenerla en el tiempo con la forma de pensar. No digo que el placer sea malo, simplemente que no es lo mismo que la felicidad. Después cada uno puede elegir: estoy en búsqueda de placer o estoy tratando de ser feliz. No es la misma búsqueda».

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