Para Inés Camilloni el calentamiento global es una amenaza que lejos de detenerse, avanzará en forma rauda.

El deterioro ambiental al que está expuesto el planeta hace rato dejó de ser un tema del que se habla en forma liviana porque sus efectos ya se sienten en, por ejemplo, temperaturas excesivamente altas en el último verano europeo y en las variaciones que padecemos semana tras semana por estas geografías. Durante un prolongado tiempo se ha gastado dinero y tiempo en decenas de congresos que abordan el tema para el análisis, sin embargo, del dicho al hecho…

En esa línea, la climatóloga argentina y miembro del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático), Inés Camilloni dejó en claro la abrupta mutación climática a la que está siendo sometida el mundo, ya no para causar temor, sino conciencia de un futuro irreversible.

“Nosotros estimamos cuánto aumenta en relación al período de referencia consensuado en el Acuerdo de París, en el marco de la Convención de Naciones Unidas, que es el período preindustrial. Con respecto a ese período, la temperatura aumentó en el último año 1,2 grados centígrados. Si miramos la última década, 2011-2020, el aumento promedio de la temperatura es de 1,1 grados frente al período preindustrial”, asegura, reflejando los acelerados pasos del calentamiento global. 

Para Camilloni hay sectores clave que precisan empezar a dar señales de cambios. “Una clave está en que el tercio de las emisiones del mundo provienen de China e India. Los países desarrollados fueron reduciendo el ritmo de sus emisiones. Los que siguen creciendo ahora son los países en desarrollo. Entonces la cuestión política más importante radica en ver si China e India van a cambiar sus curvas de ascenso. China tiene compromisos de ser carbono neutral para 2060”.

Ese cambio pro medio ambiente posibilitará que la ciencia colabore con su parte. “La idea es que se refleje más luz que lo usual del Sol al Espacio, es como una especie de media sombra. Esto no cambia la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera pero sí permite reducir rápidamente la temperatura. La técnica se aplicaría mediante aviones especiales que inyectarían partículas en la estratósfera, como aerosoles, a 20 kilómetros de altura. Ataca el síntoma, que es el calentamiento”. 

Y amplía: “Es una tecnología barata, factible de llevar a cabo. A pesar de todas las controversias que genera, está ganando espacio en la medida en que el escenario climático se va complejizando. La reducción de la luz solar, de un 1 o 2 por ciento, no sería lo más relevante. El principal problema es que los efectos no se percibirían de la misma manera en todo el planeta, en algunos lugares tendería a llover más y en otros menos, por ejemplo”.

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