¿Se puede saber en qué momento morirá una persona?

Un equipo de científicos ha empleado un ‘reloj epigenético’ para demostrar por qué algunas personas envejecen y mueren más rápido que otras, independientemente del estilo de vida.

Todos conocemos algún caso de persona que se cuida, lleva una vida saludable, come bien, hace deporte, no fuma… y sin embargo acaba falleciendo joven. ¿Azares de la vida? Obviamente, no podemos predecir un accidente de tráfico u otra muerte no natural, pero el resto de información se esconde en nuestro ADN y, ahora, los científicos empiezan a desarrollar herramientas para llegar hasta ella.

En el año 2013 un equipo de investigadores de la Universidad de UCLA (EEUU) diseñó lo que ellos llaman: ‘reloj epigenético’, que permite estimar la tasa de envejecimiento de sangre y otros tejidos. Para ello cuantifican la metilación, un proceso natural que altera químicamente la estructura de nuestro material genético según va pasando el tiempo. Con este reloj, los científicos pueden evaluar si la ‘edad biológica’ de un tejido se corresponde con su edad ‘cronológica’, y gracias a ello han hecho descubrimientos tan significativos como que el tejido del pecho femenino envejece mucho más rápido que el resto, lo que explicaría en parte la mayor incidencia de cáncer de mama. 

Ahora, los científicos han empleado este reloj para analizar la edad biológica del ADN contenido en muestras de sangre de más de 13.000 personas de Europa y EEUU, y publican sus hallazgos en la revista Aging. «Los resultados revelan que el reloj epigenético es capaz de predecir la esperanza de vida de hispanos, caucásicos y afroamericanos, una vez que se ajustan los cálculos en función de otros factores de riesgo asociados al estilo de vida: tabaquismo, dieta, ejercicio…», explica Steve Horvath, autor principal del trabajo.

«Hemos descubierto que el 5% de la población envejece – biológicamente- a mayor velocidad que el resto, y como resultado su esperanza de vida es menor». Por ejemplo, imaginemos dos adultos sanos de 60 años, ambos sometidos a un nivel elevado de estrés. La tasa de envejecimiento epigenético del primero se sitúa en ese 5%, mientras que la del segundo está en la media. La probabilidad de que el primer hombre muera en los siguientes 10 años es del 75%, mientras que la del segundo es del 60%.

«Mientras que un estilo de vida saludable aumenta nuestra esperanza de vida, los procesos de envejecimiento natural nos impiden esquivar a la muerte para siempre», afirma Horvath.

¿Significa esto que debemos olvidarnos de hacer deporte y empezar a fumar porque, total, «la muerte está escrita en nuestros genes»? En absoluto. El reloj epigenético nos permite comparar la esperanza de vida de la gente independientemente de sus hábitos pero, como ha explicado el investigador, «los factores de riesgo como el tabaco, la diabetes o la presión arterial alta aún siguen siendo un predictor de la mortalidad mucho más exacto». Es decir: si llevas una mala vida, no habrá «juventud epigenética» que te salve de una muerte precoz.

El siguiente enigma por resolver es el modo en el que actúan estos cambios epigenéticos asociados a la edad cronológica: ¿son los causantes directos de la muerte de personas mayores? ¿Quizá favorecen el desarrollo de otras enfermedades, o bien detienen la capacidad de respuesta del organismo para combatirlas? Para averiguarlo será necesario estudiar a fondo casos de muertes naturales bien documentadas y buscar la relación entre la edad epigenética y ciertas enfermedades concretas.

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