Varios productos químicos afectan directamente al desarrollo de nuestro cerebro

Niños nacidos de madres expuestas a ciertos productos químicos que alteran la tiroides presentan coeficientes de inteligencia más bajos.

En la actualidad, nos encontramos expuestos a cientos de productos químicos, y no en todos los casos se realizan las suficientes pruebas como para probar sus efectos tóxicos. Asimismo, se sabe poco sobre cómo pueden afectar a los sistemas hormonales del ser humano, y todavía menos acerca de cómo actúan juntos, mezclados entre sí.

Es lo que refleja, en un artículo publicado por el portal de internet The Conversation, Barbara Demeneix, del Museo Nacional de Historia Natural de Francia e internacionalmente reconocida por sus trabajos en endocrinología sobre la hormona tiroidea y los perturbadores endocrinos, también llamados disruptores endocrinos –aquellas sustancias químicas que pueden ser un obstáculo para la producción o la actividad de las hormonas del sistema endocrino del ser humano–.

Todos los vertebrados, ya sean ranas o seres humanos, necesitan la misma hormona, la hormona tiroidea, para su crecimiento, que además modula cada etapa en el desarrollo del cerebro. Pues bien, durante millones de años, la estructura de esta importante hormona ha permanecido inalterada. Sin embargo, cada vez más, la vida moderna le pone más trabas para desempeñar su crucial papel, ya que es muy vulnerable a los productos químicos, que pueden interferir en las vías de comunicación endocrina entre las células.

Entre estos disruptores endocrinos encontraríamos productos químicos como plaguicidas, plastificantes, retardantes de llama y surfactantes. Según señala Demeneix en su artículo, los encontramos desde en la comida que ingerimos hasta en los muebles, productos de limpieza, ropa y cosméticos que usamos. Incluso se encuentran en el aire que respiramos y el agua que bebemos.

Podrían afectar al coeficiente intelectual 

Y esa es una mala noticia para el cerebro, y en particular para los cerebros de los niños. Porque, según explica la investigadora, la hormona tiroidea realiza múltiples funciones a la hora de orquestar la producción y diferenciación de los 100.000 millones de neuronas que tiene el cerebro humano; y, sin la cantidad correcta de hormona tiroidea en el momento adecuado, los bebés humanos sufrirían severas discapacidades intelectuales y afectaría a su coeficiente intelectual.

En un experimento reciente, realizado con renacuajos –estos se han usado durante mucho tiempo para estudiar los procesos del desarrollo humano–, «probamos la hipótesis de que los productos químicos comunes en el ambiente, de manera individual y actuando en conjunto, pueden interferir en el correcto desarrollo del cerebro de los seres humanos», explica.

En investigaciones anteriores, se había observado que los renacuajos con trastornos endocrinos no se pudieron transformar; es decir, que nunca se convirtieron en ranas. «Nuestro artículo, publicado el 7 de marzo en Scientific Reports, muestra que estos renacuajos jóvenes expuestos a una mezcla de productos químicos comunes en concentraciones habitualmente encontradas en el líquido amniótico humano no solo modificaron la señalización de la hormona tiroidea, sino que también redujeron el número total y el tamaño de las neuronas e inhibieron el movimiento del renacuajo». La científica explica que incluso con una exposición limitada de tres días, se observaron efectos significativos en el desarrollo cerebral de estos animales.

Y este tipo de hallazgos nos plantean una serie de preocupaciones. «La producción química mundial se ha multiplicado por 300 en los últimos 50 años, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Y dado que todas las moléculas comunes que usamos en nuestro experimento se encuentran en concentraciones similares en el líquido amniótico humano, deberíamos de estar preocupados por los efectos potenciales de esta mezcla en el desarrollo del cerebro del feto», advierte Demeneix.

Según explica, pequeñas variaciones en los niveles de hormona tiroidea de una mujer durante la etapa temprana de su embarazo afectan significativamente al coeficiente intelectual de su hijo y a la estructura cerebral. Asimismo, estudios epidemiológicos longitudinales han demostrado que los niños nacidos de madres con altos niveles de ciertos productos químicos que alteran la tiroides presentan coeficientes de inteligencia más bajos. «Los niños nacidos de madres expuestas a pesticidas u otros productos químicos también pueden presentar más problemas de neurodesarrollo«, añade.

Por todo ello, en sus conclusiones, la investigadora francesa apunta a «la necesidad urgente de revisar la forma en que se prueban los productos químicos antes de llegar al mercado».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *