Quintero, expuesto a la posibilidad de una severa sanción.

La derrota de River el último domingo ante Rosario Central dejó un cúmulo de consecuencias. Además de la consabida que giraba en torno a la partida del Muñeco Marcelo Gallardo como el entrenador más exitoso de la historia del club, hubo dos más. La primera es que por cuestiones matemáticas, el traspié lo dejó fuera de la lucha por el certamen. Pero la segunda fue provocada por la expulsión de Juan Fernando Quintero.

Cuando transcurrían 13 minutos del complemento y River buscaba llegar a la igualdad con el 2 a 1 abajo, una acción derivó en una falta que el árbitro Fernando Echenique juzgó añadiendo una amarilla para el colombiano. Este sintió que el juez se lo había sacado de encima con algún roce y reaccionó con un empujón que le provocó la salida del campo.

A partir de este panorama, las miradas y las conjeturas ahora están dirigidas hacia el artículo 183 del Reglamento de Transgresiones y Penas de la Asociación del Fútbol Argentino, que expresa que el «jugador que agreda al árbitro aplicándole golpe por cualquier medio, o lo derribe, embista, empuje, dé empellones o zamarree violentamente con propósitos de agresión» podría ser sancionado con una suspensión de uno a cinco años.

De todos modos, la resolución podría menguar de tres a 12 partidos en caso que el árbitro considerase que le «tironeó la ropa» o simplemente que fuese un agravio leve.

La realidad y lo que está dentro de una certeza es que no podrá jugar la última jornada ante Racing en Avellaneda. Por otro lado, su futuro es una incógnita. Las versiones que indican que podría continuar su carrera en el fútbol de la Major League Soccer estadounidense están cobrando mucha fuerza en las últimas horas. Una situación similar estarían transitando Enzo Perez y Franco Armani.

Pero, pese al trago amargo de la derrota y expulsión, Quintero tuvo el privilegio de ser elegido por sus compañeros del plantel para leerle una sentida carta al DT.

«Querido Marcelo Gallardo, los acá presentes venimos a decirte gracias. Gracias por honrar a esta tribuna y gracias por la corbata de Labruna. Gracias por ganar, golear y gustar, y gracias desde la platea y la popular. Gracias por formar jugadores, gracias desde todas las filiales. Gracias por tus ideales y gracias desde todas y todos los que enseñamos y soñamos creer. Gracias desde el club que te vio nacer y gracias por enseñarnos a creer”, expresó con una marcada emoción que era seguida por un estadio que latía al son de cada línea. 

“Gracias por hacer respetar el manto sagrado y gracias eternas por tu legado. Gracias por cada proeza y gracias por vivir y jugar con grandeza. Gracias desde la San Martín, la Belgrano, la Sívori y la Centenario, y gracias por meterte contra Gremio en el vestuario. Gracias por los 14 títulos, por la gloria y gracias por el inolvidable capítulo de nuestra historia. Gracias por el 9 de diciembre y gracias por esa emoción que vivirá para siempre. Gracias por asomarte al balcón esa tarde que le ganamos a Boca y gracias por esa alegría de ganarle a Boca y salir campeón», finalizó.

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