Atado por los nervios, sin identidad y aún subestimando, Argentina y otro papelón histórico.

Cuán necesario son los mazazos anímicos que te obligan a cuestionar las formas, a regenerar una identidad de trabajo. ¿Cuántas veces nos mofamos del 7 a 1 que Brasil padeció contra los alemanes? Y hacia adentro, las miserias y carencias que andan latentes, en algún momento un rival les iba a correr el velo. Lo que sorprende es que haya sido tan pronto. 

Argentina se sigue superando en papelones. Cuando pensábamos que aquel empate con Islandia del debut en Rusia 2018 había representado un fiasco (más todo lo que vino luego), faltaba lo de hoy. Una selección que llegaba subida a un fórmula 1 a 350 km por hora, edulcorada por el establishment mediático que siempre anda dispuesto a prostituir sus ideas de acuerdo a sus intereses, se topó con un equipo ordenado, que si bien no hizo mucho, los golpeó con una sabia precisión.

Porque un equipo no está exento de recibir un gol (el 1-1 parcial), forma parte del fútbol. Un tanto fuera del contexto del juego, claro. Pero lo que no se puede dejar pasar por alto es la falta de reacción en una competencia para la que supuestamente hay una preparación futbolística y sobre todo mental. Ese fue uno de los terrenos donde empezó a flaquear el equipo. Y de allí, el derivado bajó a los pies.

El segundo tanto de los sauditas directamente desnudó un elenco argentino sin funcionamiento, carente de idea de juego. Elementos que en el primer tiempo se habían disimulado por la motivación, la ventaja conseguida y por las facilidades que entregaba la defensa rival al marcar tan adelante y en línea. El plan del entrenador francés Hervé Renard fue riesgoso pero su apuesta se llevó un pleno. Es como si hubiera leído las declaraciones de Scaloni, que había dicho que el Mundial lo ganan los equipos inteligentes, los que saben cuándo atacar y cuándo defender.

Precisamente, desde el banco albiceleste, se pretendió reaccionar a tiempo, pero las decisiones supieron más a desesperación que a la famosa muñeca para leer por dónde se podían hallar otros caminos. Además, Scaloni dio la sensación de haberse equivocado con la inclusión de un Cristian Romero que no llegaba en las mejores condiciones físicas. Y su falta de timing para el cruce que desembocó en el gol de Al – Shehri lo dejó expuesto. No tanto como Scaloni, que lo reemplazó de inmediato, confirmando las hipótesis.

Argentina se estará preguntando si lo sucedido fue un sueño. Esperemos que caiga pronto de la pesadilla que representó el estreno y despierte a tiempo. Justamente lo que no sobra en una Copa del Mundo. 

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