De una actuación que convencía, al drama para dar lugar al desahogo con final feliz. Todo eso fue ayer Argentina en Qatar.

Si al Mundial le faltaba un guión dramático, con escenas que incluyan matices de sufrimiento, goce, hostilidades, todas ellas regadas con la nafta de declaraciones polémicas previas.. Eso fue el Argentina vs Países Bajos de los cuartos de final. El partido más similar a una noche de Copa Libertadores que hayamos contemplado hasta el momento.

La selección se conducía con justicia a un partido al que se encaminaba con otra gran actuación de Messi, quien acusó recibo de las críticas de Van Gaal y desató una variedad de su repertorio para abrir la llave del primer tanto, tras una exquisita asistencia para Molina. Y luego para capitalizar una falta dentro del área a Acuña, que ejecutó con frialdad.

Sin embargo, como sucedió ante Australia, debió pasar por la avenida del sufrimiento para poder avanzar a las semifinales. Esta vez, no hubo un disparo fortuito que descolocó a Martínez, sino que la terminó dañando el como sea del planteo neerlandés, cuyos centros al área derivaron en el descuento de Weghorst. Y más tarde, lo impensado. Los diez minutos adicionados por el árbitro español Mateu Lahoz rozaron la desmesura y su decisión fue aprovechada por el elenco naranja.

Sobre el cierre del segundo tiempo, una falta de Pezella derivó en un tiro libre cuya ejecución cual jugada de laboratorio, desembocó en el inesperado empate de Weghorst. Parecía el verdugo.

El equipo salió a jugar el primer tiempo extra en estado de shock, algo naturalmente lógico. Pero jamás abdicó en su corazón guerrero.

En la segunda etapa sacudió las dudas, se armó de valentía y salió a buscar su norte: la victoria. Pudo ser en el centro de Enzo Fernandez que no pudo conectar Lautaro Martínez. Pudo ser en el disparo de Enzo que se incrustó en el poste. Pero finalmente fue en  los penales. Como si al largometraje le faltasen otros condimentos.

No hubo un Mascherano que declare premoniciones. Pero sí hubo otro héroe. Como Goycochea en el 90, como Romero en 2014… El Dibu Martínez se hizo enorme con las dos primeras ejecuciones de Países Bajos, al detener los dos primeros disparos de Virgil Van Dijk y Steve Berghuis. Con una convicción que provoca un tembladeral anímico en sus rivales (algo ya visto en la semifinal de la Copa América ante Colombia), Martínez es una pieza clave en Argentina.

Cuando baje la espuma de la euforia, habrá que apuntar al plan para el partido de semifinales del próximo martes ante Croacia a las 16 horas. Para seguir alimentando un sueño… Bien despiertos.

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