Se viralizo por Whatsapp «FEDERICO ANGELINI, LA FUERZA DE LA CORRUPCIÓN»

Como todos saben, el actual diputado del PRO Federico Angelini integra una de las fórmulas que competirá el domingo 16 de julio en las PASO de Santa Fe, como candidato a vice-gobernador. En paralelo, forma parte de la “mesa chica” de Patricia Bullrich, a quien acaba de reemplazar en la conducción del PRO nacional, ante el pedido de licencia de la auto-proclamada “halcona” amarilla. No es mi intención inmiscuirme en asuntos electorales, pero como periodista me siento en la obligación moral de contarles quien es verdaderamente esta persona. Y explicar porqué sería extremadamente grave que siguiera ocupando posiciones de relevancia en la política argentina.

Lo primero que hay que decir sobre Angelini es que se trata de un personaje sin la menor preparación, ni estudios, ni experiencia de éxito alguna en el sector público o privado, que se involucró en política en el año 2005, al acercarse a RECREAR, el partido que dos años antes había fundado por Ricardo López Murphy. Al no encontrar el protagonismo que ansiaba, rápidamente pegó el salto a “Compromiso Para el Cambio”, el partido original de Mauricio Macri, aunque tampoco logró reconocimiento allí por lo que debió regresar resignado a su partido de origen.

En 2007 mostró por primera vez lo que se convertiría en su ADN político: junto a un grupo de dirigentes se involucró en la elección interna de la UCR que buscaba competir por la intendencia rosarina, y no tuvo mejor idea que pedir financiamiento al kirchnerismo. No está claro quien fue su “celestino” con el gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner, pero lo cierto es que viajó personalmente a la Casa Rosada a buscar la pertinente valija, repleta de dólares. El resultado electoral de sus candidatos fue muy malo, pero poco le importó. Ya había comprobado que la política podía ser un gran negocio personal.

A fines de ese mismo año, luego de que el PRO ganara la jefatura de gobierno de CABA, Angelini desembarcó en el gobierno porteño. Pese a contar apenas con un título terciario en sistemas, fue puesto al frente de un nuevo organismo encargado de atender la emergencia en villas, núcleos habitacionales transitorios y asentamientos de la CABA. Una inmensa caja dependiente del Ministerio de Desarrollo Económico a cargo de Francisco “Pancho” Cabrera.

Inmediatamente y sin el menor escrúpulo, se abocó a la única tarea en la que verdaderamente es especialista: recaudar dinero. Aprovechando un control deficiente en las contrataciones que debían hacerse para atender las “urgencias” de los más necesitados, montó un sistema de cooperativas con punteros barriales, empresas prestadoras de sospechosamente ganaban todas las licitaciones, y mediante una aceitada política de sobreprecios, retornos, cobertura política del propio Cabrera y bolsos, comenzó a edificar una fortuna inexplicable que desde entonces, no paró de crecer.

En paralelo, y parado en esa montaña de dinero mal habido, Angelini comenzó a comprar notoriedad en la política rosarina. Fue así que en 2009 logró imponer como candidata a concejal de Rosario a una pupila suya (Laura Weskamp), quien apenas asumió su cargo le cedió el manejo de los cargos y contratos que venían con la banca, así como la conducción política del bloque. Weskamp reaccionó tarde, en 2011, pero para ese tiempo Angelini ya había logrado la candidatura a diputado provincial e iba por más.

Fue una decisión lógica, porque pocos meses antes había salido eyectado del GCBA, luego de que Esteban Bullrich (que como antiguo dirigente de Recrear había apoyado su desembarco en CABA) tomara conocimiento de las infinitas “desprolijidades” que había perpetrado durante su tiempo como funcionario.

Nada de eso le importó al hoy candidato a vice-gobernador. Una vez electo como diputado provincial, se hizo de otra interesante caja, compuesta por los cargos y contratos de los concejales del PRO en Rosario, que siguió manejando en beneficio propio.

Así fue creciendo a fuerza de dinero e influencia, posicionando a distintos candidatos pero manteniendo siempre un férreo control económico y político. Cualquiera que dude de todo esto, no tiene más que consultar a personas como Laura Weskamp, Roy López Molina, Lucas Incicco o Anita Martínez, entre muchísimos otros.

El personaje en cuestión es lo más parecido a Néstor Kirchner que hoy podemos encontrar en la escena nacional. Fue, como Néstor, una víctima del bullying temprano de sus compañeros de infancia y adolescencia (era “El Huevo” o como le dijeron unos años más tarde, el “Gordo Cara de Teta”) y, sin ánimos de entrar en un análisis psicológico de su personalidad, bien podemos afirmar que encontró en el barro de la política su herramienta de venganza. Igual que Néstor. Y como él edificó toda su carrera en base a plata sucia, coimas y apropiación de recursos públicos.

Siempre desconfiado y con un notorio complejo de inferioridad, sólo admite en su derredor a obsecuentes full time, a los que maltrata impiadoso, hasta que se hartan y huyen. Cualquier disidencia o diferencia de criterios es vista por Angelini como un desafío imperdonable, que convierte a su autor en un enemigo a destruir. No causa ninguna sorpresa, a quienes más lo conocen, que en los últimos tiempos se haya acercado a Patricia Bullrich, una dirigente que más allá de sus virtudes y defectos, es incapaz de promover consensos y lograr algún acuerdo con otras personas.

Pero volvamos a Angelini, para señalar que otro conocido dirigente del PRO santafesino, como Luciano Laspina, ha deslizado en reiteradas ocasiones, incluso ante la prensa, que el depredador de dinero ajeno estaría incursionando desde hace al menos cinco años, en la compra de importantes extensiones de campo en el sur de la provincia, a través de testaferros.

Toda esta fama del flamante “hombre de campo”, le ha ganado un unánime descrédito en la política provincial, que directamente se refiere a él como “el ladrón”. Lejos de achicarse, “el ladrón” se recostó en los dirigentes nacionales de su espacio, logrando que éstos lo validen, probablemente como reconocimiento a su capacidad para colectar “donaciones” de campaña.

Por supuesto Angelini no es de las personas que vienen a dar a la política. Angelini sólo sabe recibir. Y así ha quedado largamente acreditado en todos los procesos electorales de los últimos años, en los que el dinero que pasó por sus manos para cubrir rubros como fiscalización y cartelería sufrió violentos “desagios”, nunca explicados por este peculiar tesorero.

Desde el minuto cero fue el gran enemigo de Miguel Del Sel en la política de nuestra política, y en sus dos campañas como candidato a gobernador trabajó activamente para que no ganara. En el fondo, Angelini sabía que con una figura como Del Sel adelante, nunca podría ejercer el liderazgo (y los negocios) a los que aspiraba.

Según refieren en forma unánime los dirigentes locales del PRO, todos los problemas se amplificaron notablemente cuando, a partir de diciembre de 2015, la Casa Rosada le confió a Angelini el manejo de los organismos nacionales con asiento en la provincia. A partir de ese instante, su red de negocios políticos creció considerablemente. Amplió la estructura de todos los organismos, y montó un sistema de retornos similar al que 8 años antes había desarrollado en CABA. Sólo por poner un ejemplo: en su condición de “vínculo” con el Ministerio del Interior, se ocupó de gestionar los Aportes del Tesoro de la Nación (ATN) en beneficio de los municipios y comunas de la provincia, a cuyos intendentes les pedía entre un 15% y un 20% en calidad de retorno. Esto fue denunciado públicamente por algunos jefes comunales (de Cambiemos y también de otros partidos), pero nada ocurrió. La protección mediática del “halcón” Angelini, pudo más.

Otro rubro que se ocupó de depredar fue el agropecuario. Para ello, colocó a un hombre de su extrema confianza (Christian Cunha) al frente de la Dirección Regional del SENASA, pese a que no tenía conocimiento ni vínculo alguno con el sector. A partir de ese momento, el complejo agroportuario y el sector frigorífico se convirtieron en un festival de coimas. El diputado de izquierda Carlos Del Frade realizó una denuncia penal al respecto, pero fue cajoneada.

Los recursos que el Ministerio de Desarrollo Social enviaba a Santa Fe tampoco quedaron a salvo de las garras del “halcón”, que hizo gala en esta materia de su mayor (y acaso única) habilidad: desvío de fondos, utilización política en beneficio propio y malversación.

En 2019 fue uno de los principales responsables de la mala elección provincial que hizo Cambiemos: en la categoría gobernador la fuerza quedó tercera lejos, mientras que en la categoría de diputados provinciales no le fue mejor: de las 11 bancas que debían retenerse, sólo se lograron 5. Esa lista la encabezó uno de sus empleados más fieles, Gabriel Chumpitaz, en tanto que su secretaria privada fue también ungida como candidata, a efectos de cumplir con el cupo femenino. Hoy por hoy son los únicos dos diputados provinciales que tiene el PRO en Santa Fe.

Por motivos nunca explicados, esa debacle electoral no le impidió encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales de ese mismo año. Según refiere hoy una de sus antiguas feligresas, “Federico entiende la política como un negocio, y en Buenos Aires lo toleran porque es el único dirigente de acá que ofrece conseguir plata para las campañas, sin entender que eso para él es una “inversión”, para seguir robando”.

Lo cierto es que el resultado obtenido en la elección nacional de ese año no fue muy diferente al de la provincial: al ocupar el primer lugar en la boleta Angelini fue electo, pero la elección fue ganada por el kirchnerismo, que aprovechó la pésima fiscalización de JxC en las PASO. Voces autorizadas señalan que Angelini se quedó con la mayor parte del dinero que se había enviado para retribuir a los fiscales en esa instancia, lo cual generó que para las elecciones generales de octubre (que terminaron consagrando a Alberto Fernández como presidente) se lo apartara del manejo de fondos.

Es imprescindible comprender que Federico Angelini no es un político que comenzó a manejar dinero y se terminó corrompiendo. Es un ladrón que se metió en la política exclusivamente para robar. Sus negocios inmobiliarios así lo atestiguan. Además de los campos denunciados por Laspina, las fuentes de este cronista aseguran que cuenta con “una casa enorme en la zona de Funes, otra en un barrio privado y un piso en la parte nueva del puerto, donde están las torres más caras de Rosario”. Esta última adquisición (por supuesto escriturada a nombre de uno de sus testaferros) se habría originado en ciertos “favores legislativos” que Angelini prestó para que las torres pudieran construirse.

El escándalo desatado en 2020 en torno al senador justicialista Armando Traferri, acusado de brindar protección a “empresarios” del juego y el narcotráfico, también toca de cerca a su “amigo” Federico Angelini. En su declaración del 16 de diciembre de 2020, el propio Traferri reconoció que “yo ceno y almuerzo con Federico Angelini, que me parece una gran persona”. Por tratarse de una causa ampliamente difundida por los medios de nuestra provincia, considero innecesario explicar quien es Traferri, pero conociendo los antecedentes de su “gran amigo”, no podemos descartar que Angelini también reciba “favores” de los mismos sectores que estimulan a Traferri. Al fin y al cabo, el juego y el narcotráfico son cada vez más pujantes en Rosario.

En los últimos meses, Angelini ha enfocado sus esfuerzos en la campaña presidencial de Patricia Bullrich, quién –en reconocimiento por sus tareas recaudatorias– le habría ofrecido el Ministerio del Interior en caso de ganar las próximas elecciones.

Angelini, Lozada y Bullrich

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