Virginia Innocenti, íntima: “Quisiera tener la sabiduría para que cuando me toque morir, no vivirlo como algo espantoso”.

La actriz compartió su testimonio de su resiliencia en la antesala de Unos Tangos, el show que protagonizará en Café Berlín junto a Esteban Morgado. Según Innocenti se trata de “versiones preciosas de unos cuantos clásicos y algunas cositas con las que los vamos a sorprender”. 

A propósito de los problemas que signaron su antigua relación, la cantante reveló: “Estuve casada con Armando Córdova desde diciembre de 2009 a octubre de 2010. Desde entonces no he tenido ningún tipo de contacto con él, de modo que desconozco por completo lo que mencionás. Por sororidad y respeto a las trayectorias de cada une, pediría que nos llamemos cada cual por nuestro nombre, sin dar cuenta de nuestros vínculos o exvínculos”.

En relación a su faceta artística, señaló: “A los 16 años ya había armado un espectáculo medio de café-concert en el que cantaba mis propias canciones, bailaba, recitaba. Y a los 18 me contrataron para mi primer protagónico en televisión y de ahí no paré, hasta el día de hoy. Bueno, estos dos últimos años paré un poco. La gente me conoce más como actriz, pero en el 2000 saqué mi primer disco, Habrá, porque quería volver a la música”.

Innocenti relata, en línea con sus personajes de villana: “Yo trataba de ponerle mucho humor: que existiese un quiebre, un guiño para el espectador que sabía ver eso. Porque era muy mala, pero al momento de ligar los sopapos, yo nunca le tiré del pelo a Andrea del Boca: la que se ligaba todos los golpes era yo. Después lo que sí interpreté fueron mujeres contestatarias, que reclamaban sus derechos”. 

“Cuando hacía Los machos, por ejemplo, como la pareja de Rodolfo Ranni. Ahí era la madre de un bebé con un señor que no se hacía cargo del niño para nada. Y bueno, a veces se ponía un poquito nerviosa esta mujer, ¿no?, pero con cierto derecho. Y después he interpretado personas con algunos problemitas”, evoca.

Por último, abordó las heridas que pudo cicatrizar: “Siempre tenemos cosas que sanar. Había cosas que contar. Todos los autores, todos los artistas, estamos haciendo un recorrido personal y tramitando nuestra existencia para poder después conectar con los seres que te dieron origen y poder entender; estoy hablando de mamá y papá, ¿no? Creo que a los seres humanos nos lleva la vida entera ese vínculo, porque todos deseamos ser amados y elegidos, y mirados en realidad”.

“Una vez revisado este vínculo original con las personas que nos dieron la vida, y la historia familiar, y el linaje y todo eso… Yo, por ejemplo, siento que ahora estoy como liberada de esos ropajes, incluso del ropaje del nombre. Quisiera que el tránsito por esta vida me dé un poquito de sabiduría, como para que en el momento en que me toque morir no lo viva como algo espantoso, sino como otro estadio de la vida”, concluyó.

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