¿A qué se debe que parpadeamos?

Los científicos han descubierto que el reflejo de parpadear va mucho más allá de lo que se creía en un principio. Y es que a la funcionalidad de lubricar el globo ocular para evitar que se seque, habría que añadir una nueva función más, totalmente insospechada en un primer momento.

Se calcula que, en circunstancias normales, tendemos a parpadear aproximadamente cada cinco segundos. Esto significa que, durante las horas que permanecemos despiertos cada día, parpadeamos alrededor de 11 520 veces al día. Lo que, al año, supondría más de 4,2 millones de parpadeos. Muy cansado, ¿no crees?

Lo cierto es que este sencillo acto de abrir y cerrar los ojos, que en la mayoría de las ocasiones llevamos a cabo prácticamente sin ser conscientes de ello, apenas dura una décima de segundo. Y es de vital importancia a la hora de esparcir distintos líquidos lubricantes por el globo ocular, y eliminar las partículas de polvo que se hayan podido acumular en los segundos anteriores.

Cada vez que parpadeamos, nuestros párpados brindan por la superficie del ojo todo un maravilloso conjunto de aceites y secreciones mucosas que ayudan a evitar que los globos oculares se sequen.

Pero su funcionalidad no acaba aquí. De hecho, también parpadeamos con la finalidad de mantener los ojos a salvo de algunos estímulos que podrían acabar siendo potencialmente dañinos, no solo los cuerpos extraños (como el polvo), sino incluso las luces más brillantes. Pero, ¿por qué lo hacemos?

Los científicos han descubierto que el cerebro humano es capaz de ‘descansar’ momentáneamente durante las pocas décimas de segundo que dura el parpadeo. Concretamente, el mismo acto de parpadear suprime la actividad en diferentes áreas del cerebro responsables de detectar los cambios que se producen en el exterior, de forma que podemos experimentar el mundo como continuo. 

De esta manera, la función del parpadeo de los ojos va mucho más allá de evitar que los globos oculares se sequen, proteger la vista de algunas luces demasiado brillantes, o eliminar posibles restos, elementos y partículas peligrosas o dañinas.

El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Osaka, en Japón, fue publicado en la revista Proceedings, y en él participaron 20 sujetos jóvenes sanos, cuyo cerebro fue sometido a un escáner a la vez que observaban bits de los mejores fragmentos de la comedia de origen británico Mr. Bean.

Cuando los sujetos parpadearon, los científicos detectaron una interrupción momentánea en el interior de la corteza visual y la corteza somatosensorial del cerebro, las cuales se encuentran involucradas en el procesamiento de los diferentes estímulos visuales, así como en áreas que gobiernan la atención. 

Por otro lado, este estudio no examinó la relación existente entre el parpadeo y el extraño, como sí han indagado otras investigaciones, que constataron que, cuando se dice una mentira, el mentiroso tiende a parpadear menos, posiblemente porque el acto de engañar a alguien requiere una atención ininterrumpida y absorta para lograr el resultado esperado.

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