El desafío de animarse a cumplir los sueños

La historia de Rita Salerno, una ex docente que se dio una oportunidad con su otra gran vocación: la actuación.

Por Luján Gassmann 

Marisa Rita Salerno tiene 60 años y la energía de una mujer de 30. Es profesora de Educación Física y hace unos años, cuando se jubiló, decidió darse una oportunidad con su otro gran amor, la actuación. Se presentó en su primer casting y logró llegar a la Avenida Corrientes, una meta para muchos artistas por ser un emblema del teatro. Aquí, su historia, un ejemplo de vida.

¿Cuándo empezó a sentir interés por la actuación?

Empecé a sentir interés por la actuación a los 19 años aproximadamente. En 1988 tuve que suplantar a un payaso en una obra y si bien tenía mucha vergüenza, yo sabía el sketch por haberlo visto muchas veces, pero no lo tenía aprendido para interpretarlo. Me maquillaron y ahí mismo salí a «hacer un toro», que es como se denomina en la jerga teatral el reemplazar a un personaje.

¡Qué difícil!

Después de haber hecho la función me saco todo el maquillaje, salgo del teatro y en la puerta me está esperando un nenito, que me dice: «No me harías un favor? ¿Podés llamar a la payasa que quiero saludarla?«. Ahí me di cuenta de que no me había reconocido y que había podido transformarme en otra persona. Así podría interpretar otros roles y hacerle creer a la gente que podía ser otra persona y no iba a ser reconocida.

Marisa Salerno: «Para mí es un desafío el ir cumpliendo los sueños que uno va teniendo». Foto: Luján Gassmann.

El comienzo de un sueño posible

¿Dónde se formó?

Inicialmente empecé a estudiar clown con Juancho Salvador del Priore, a los 19 años. Fue la primera persona que llevó el radioteatro infantil a las emisoras, de él aprendí todo lo que era el clown. Paralelamente hacía el profesorado de Educación Física, pero después seguí estudiando en la Universidad de La Matanza con el director de teatro Víctor Poleri. Estuve 8 años con él, hicimos muchísimas obras, incluyendo «50 Minutos«, una hermosa obra de mi autoría que fue creada en ese taller de teatro. Con ella recorrimos toda la Argentina. Esto no me afectó laboralmente porque sólo era los sábados. Mi primer compromiso era la educación: como profe me dedicaba en su mayoría a dar clases, por eso de lunes a viernes se me complicaba ir a casting. Luego me especialicé con Norman Briski, Lito Cruz y Héctor Caballero.

La educación y las infancias: el corazón en el lugar correcto

«Estudié el profesorado de Educación Física y siempre trabajé en escuelas de alto riesgo. Amaba trabajar en primaria porque, si bien a muchos los niños los agotan, a mí me renovaban la energía. La transición entre una actividad y la otra fue muy linda porque, cuando me jubilé, estaba dejando algo que me apasionaba, pero también comenzaba actuación, que era algo que me generaba mucha pasión. Para mí es un desafío el ir cumpliendo los sueños que uno va teniendo» dice Rita, en diálogo con El Canillita Digital.

¿Cómo fue este nuevo comienzo de darse la oportunidad con la actuación y llegar a la calle Corrientes?

En 2017 empecé a trabajar en una obra de la Avenida Corrientes llamada «Esa mala mujer«. Ese fue el primer casting al que fui después de haberme jubilado y ahí realicé mi primer personaje, María, una mujer que estaba atravesando una situación de violencia de género. Para ese personaje trabajé mucho el habla para tener el tono justo de paraguaya. Estuve casi 3 meses preparándome y hablando con gente de la comunidad paraguaya, escuchándolos hablar y así sacar el tono.

Luego vinieron otras.

Mi segunda obra fue en el Paseo la Plaza, ahí interpreté el personaje de Carmen en «Tres hombres de bien«. En comedia hice «La pulga en la oreja«, en la cual interpretaba a la dueña de un hotel alojamiento, un personaje desopilante. Y luego, en «Qué noche de casamiento«, también hice el personaje de una mucama muy interesante y graciosa.

Marisa junto al elenco de una de sus primeras participaciones. Foto: archivo personal MS.

La actuación como un juego

¿Qué obras está haciendo en la actualidad? 

En este momento estoy realizando tres obras en la calle Corrientes, totalmente diferentes: drama, comedia y suspenso. En drama personifico a la mamá de Ana Frank en la obra llamada «La casa de atrás«. En comedia hago el personaje de Lulú en «El gran cabaret argentino«, una cabaretera ya mayor, pero que sigue luchando por sus sueños. Finalmente, en «En eternos transeúntes«, soy Inés, una mujer muy sumisa, golpeada por la vida. Entrar en cada uno de esos personajes es un juego para mí; calculo que cuando deje de ser un juego abandono.

¿Qué tipo de personajes le gustan más?

Me inclino más hacia lo dramático, porque me gustan mucho las obras que hacen reflexionar al público, que lo interpelan, con las que se sienta identificado. Me gusta que cuando se levanten de la butaca no digan: «¿A qué pizzería vamos?«, sino que se queden pensando en la obra. Igual reconozco que la comedia también me gusta.

La familia, bastión inexpugnable

¿Su familia la acompaña, les gusta lo que hace?

Mis hijos están permanentemente acompañándome, ellos siempre me felicitan y me dicen lo mucho que me admiran. Eso me llena de felicidad y es una motivación para mí. Siempre vienen a todos mis estrenos. El resto de mi familia también me acompaña en los estrenos, siempre me están diciendo que siga para adelante y me tiran buena energía.

¿Se considerá una inspiración para otros?

Me gusta ser una motivación para otros, siempre lo apliqué con mis alumnos. Cuando era profe los motivaba a poder luchar y perseguir los sueños, a descubrir en qué son buenos. A mí me llevó bastante tiempo. Aun así, creo que lo estoy logrando. Mis hijos constantemente me premian con esa palabra, me dicen que soy una motivación, que «quisieran ser como yo» en esto de poder ir cumpliendo todos los objetivos, sin apuro, pero avanzando para llegar a donde quiero llegar. En definitiva, no quiero llegar a ningún lado, porque si no se terminaría el camino. Lo que quiero es ir avanzando y disfrutando de cada uno de estos pasos. No busco la perfección, porque eso me pondría un límite, busco seguir estudiando, preparándome y disfrutar de esta vida, que es maravillosa cuando tenés claro dónde querés ir.

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